Te miro y es sin que se note, Y la M e n t i r a que hubo en mí, que era intensa,
Desaparece, sólo muere. Y los miedos se disfrazan
y se esconden para no ver el sol.
No fue la suerte quien me lo enseñó,
Me até a la fuerza que vivía en mí
Ganó mi ansia y mi esperanza; Venció a mi mente desatada.
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